En el circuito cerebral, tenemos unas vías de entrada: vista, oído, tacto, gusto y olfato, y unas vías de salida: motor grueso, motor fino y lenguaje.
La maduración de ambas vías, va a depender tanto de la estimulación para la entrada, como de la oportunidad éxito en la ruta de salida.
Estas vías de salida generan una retroalimentación a las vías de entrada, produciendo un bucle entre ambas vías. Esto indica que el desarrollo sensorial integra lo motor y lo motor integra lo sensorial.
Por eso, para trabajar en la maduración de ambas vías no es solo la oportunidad de éxito y la estimulación, sino que además la clave es: la frecuencia, la duración y la intensidad adecuada de las mismas.
Para ello, como optometristas, trabajamos la visión como sistema sensorial de entrada y a la vez como vía de salida, porque la calidad o maduración de la salida va a depender de la calidad de la entrada , además de su propia organización. Es por este motivo por el que realizamos varios trabajos motores durante nuestra intervención optométrica.
La clave de maduración del sistema nervioso es el movimiento. Es la “movilidad o el movimiento” con el medio externo que nos rodea lo que favorece la formación de circuitos cerebrales, que servirán de cimientos para desarrollar una buena vision.
Al principio no importa la calidad, sino la cantidad, siempre que se de al sistema la oportunidad de tener éxito en los circuitos cerebrales para madurarlos neurológicamente, mejorando así la calidad.
Los circuitos son los siguientes:
Por este motivo, dentro de nuestro programa visual, trabajaremos una terapia individualizada con procedimientos que incluyan patrones, ejercicios propioceptivos, trabajo de línea media, sistema vestibular, entre otros, realizados diariamente y bajo supervisión.